Protagonista de "Desnudos", la obra que fue un suceso en la temporada de verano 2019/2020, destacó todos los temas que, a través de la comedia, permite analizar la puesta. "¿De qué me estoy riendo?", invita a preguntarse el prolífico actor y director que despide el éxito este fin de semana largo en Mar del Plata.
Luciano Cáceres vuelve este fin de semana largo a Mar del Plata, junto a sus colegas y hacedores del éxito de la obra “Desnudos”: Gonzalo Heredia, Mercedes Scapola, Brenda Gandini, Sabrina Rojas y Esteban Lamothe (quien se sumó al equipo de trabajo en el rol que realizaba Luciano Castro).
La puesta, basada en el texto de la alemana Doris Dorrie, en versión de Esther Feldman y Alejandro Maci, fue la más vista de la temporada 2019/2020 en la ciudad. Ahora elige este especial fin de semana largo para despedirse por todo lo alto.
En este caso, las funciones serán este viernes, el sábado y el domingo a las 21 y el lunes a las 20, en el Teatro Radio City.
“Ha sido una experiencia hermosa, un exitazo gigante con el que estamos girando hace siete meses y cerrando el ciclo con las últimas funciones en Mar del Plata, donde se originó”, destacó el prolífico actor y director Luciano Cáceres en una charla con LA CAPITAL.
El artista, entre sus múltiples actividades, probablemente vuelva en noviembre a la ciudad con la película “El reparo”, en el marco del Festival Internacional de Cine. “Desnudos”, según señaló, permite, a través de la comedia, analizar importantes temas. “¿De qué me estoy riendo?”, invita a preguntarse, citando a Molière.
“Si vas a ver piel, te vas a encontrar con mucho más, con un material profundo, pero siempre desde la comedia, en la que, como decía el gran Molière hace unos cientos de años, estaba la crítica a la sociedad, a la monarquía, a la medicina, a los grandes temas que preocupan en cada momento”, dijo en la nota en la que también destacó sus ganas de volver a dirigir, porque “dirigiendo puedo desplegar a mi artista más creativo”.
“Desnudos” trata sobre tres parejas que se dan cuenta de lo poco que saben sobre las personas con las que viven y, por consecuencia, sobre sí mismos. En el transcurso de una cena, debaten sobre cuestiones que van desde los felices recuerdos del pasado hasta su vida sexual en pareja, se preguntan si serían capaces de reconocer el cuerpo desnudo de sus parejas con los ojos vendados y deciden ponerlo a prueba. El desafío se volverá tan divertido como peligroso y revelará a los personajes cosas que nunca antes sospecharon.
Cáceres se refirió al cambio de Lamothe por Luciano Castro: “es un gran actor, una buena persona y se ocupó de hacer su versión, no copiar lo que hacía ‘Lu’, entonces aportó una frescura y un dinamismo que también nos modificó a todos”, definió.
– En una primera mirada del planteo de la obra, están todas las dimensiones del desnudo, desde lo literal hasta los sentimientos, pensamientos, lo que vemos y lo que no vemos.
– Lo primero que convocaba, sobre todo en el verano, era el atractivo del desnudo físico, pero la obra es mucho más profunda. Habla de poner al desnudo todo lo que está tapado, los sueños, las frustraciones, los deseos no cumplidos, los vínculos de pareja, la hipocresía que uno tiene muchas veces de ver el error en el otro y no ver lo que está pasando en casa. Y está bueno abordar estos temas desde la comedia, que siempre es la manera más inteligente para reflexionar, y que el público se vuelva cómplice.
– Hay identificación del público.
– Estos personajes, si no te hacen sentir identificado, sí hacen que los reconozcas, porque son más que cercanos para todos.
– ¿Hay una vulnerabilidad de los personajes, porque no son conscientes de sus realidades?
– Y sí, porque cuando vos tenés una tristeza adentro, desde algún lugar va a explotar. Es el caso que nos ocurre con Sabrina Rojas, el matrimonio de veinte años que componemos en esta ficción, atados a las apariencias, a lo material, al dinero y cómo no se reconocen. Les parecía que tenían todo resuelto y en realidad, lo más esencial, no lo tenían resuelto. Está bueno lo que pasa con nuestros roles y con las otras parejas también.
– Se estrenó “El desarmadero”, que tuvo una primera proyección en Mar del Plata el año pasado y viene de varios premios en festivales…
– Sí, fue el preestreno, la primera vez que se proyectó, en el Festival de Cine de Mar del Plata y, casi un año después llega a los cines, pero estuvo en un montón de festivales. Justo ganamos tres premios en el Festival de Cine de Terror y Fantástico en Barcelona: mejor director, mejor música y mejor actor. Es una alegría enorme porque fue una película muy a pulmón y un festejo para todos porque es un mérito al laburo en equipo.
– Estás haciendo más películas.
– Sí, este año también estamos con “El nene revancha” de Gonzalo Demaría, que está en posproducción, y después filmé la ópera prima de Lucía Van Gelderen con Flor Torrente, “El reparo”. Filmamos en el sur, con las ballenas, fue una experiencia alucinante y creemos que esa va a entrar en el Festival de Mar del Plata este año. Y ahora, el 17 de octubre me voy a Israel a terminar la nueva película de Rodrigo Fernández Sigler que se llama “La noche que luché contra Dios”, película que hacemos con Toto Kirzner y se remonta al origen de Israel, hablando en hebreo, un desafío hermoso.
– No solo te gusta variar de plataformas, de géneros, sino también autogenerarte laburo.
– Para mí, es importante ir variando no solo del teatro a la televisión o el cine, sino también de género y cómo se cuentan las historias, porque uno arriesga distintas cosas. Y además está la autogestión, con los hermanos Pinto desarrollamos un equipo de laburo que es totalmente autogestionado, a pulmón, pero muy satisfactorio.
– ¿Estás pensando en volver a dirigir?
– Sí, voy a volver. Si bien “El Ardor” sigue dando vueltas -también estrenada y con dos temporadas en Mar del Plata, este año volvió a Uruguay con mucho éxito-, hace mucho que no estoy dirigiendo. Pero con Gonzalo Demaría, que es un gran autor, tenemos un nuevo espectáculo para el año que viene, estamos empezando a cranear eso nuevo porque lo necesito un montón. Dirigiendo puedo desplegar a mi artista más creativo, porque el director tiene que estar en todas las áreas: vestuario, arte, escenografía, luz, música, actuaciones, pero sobre todo porque como director decidís cómo construir, cómo vas a contar la historia. Y en este caso, estamos trabajando como puntapié inicial a Eugene O’Neill, este gran autor, uno de los más importantes de la historia del teatro, premio Nobel desde su estadía en Buenos Aires cuando era menor de edad y cómo este imaginario de su vida ahí en el puerto de Buenos Aires, quedó impreso en su obra, porque él habla mucho de esa zona portuaria.